GENERACIÓN DEL 98
Es el nombre con el que se
ha reunido tradicionalmente a un grupo de escritores, ensayistas y poetas españoles que se vieron profundamente afectados por la
crisis moral, política y social desencadenada en España por la derrota militar
en la guerra hispano-estadounidense y
la consiguiente pérdida de Puerto Rico, Guam, Cuba y
las Filipinas en 1898.
Se
inspiraron en el estilo crítico del canovismo denominada regeneracionismo y ofrecieron una visión artística en
conjunto en La generación del 98 (Clásicos y modernos).
José Ortega y Gasset distinguió dos generaciones en torno a
las fechas de 1857 y 1872, una integrada por Ganivet y Unamuno y otra
por los miembros más jóvenes. Su discípulo Julián Marías, utilizando el concepto de «generación
histórica», y la fecha central de 1871, estableció que pertenecen a
ella Miguel de Unamuno, Ángel Ganivet, Valle-Inclán, Jacinto Benavente, Carlos Arniches, Vicente Blasco Ibáñez, Gabriel y Galán, Manuel Gómez-Moreno, Miguel Asín Palacios, Serafín Álvarez Quintero, Pío Baroja, Azorín, Joaquín Álvarez Quintero, Ramiro de Maeztu, Manuel Machado, Antonio Machado y Francisco Villaespesa. La
crítica al concepto de generación fue
comentada inicialmente por Juan Ramón Jiménez en un curso dictado en la década de
1950 en la Universidad de Puerto Rico (Río Piedras), y luego por un
importante grupo de críticos que va desde Federico de Onís, Ricardo Gullón, Allen W. Phillips, Ivan Schulman, y
termina con las últimas aportaciones de José Carlos Mainer, Germán Gullón, entre otros.
Dentro de las características
de esta generación, los autores de la generación mantuvieron, al menos al
principio, una estrecha amistad y se opusieron a la España de la Restauración; Pedro Salinas ha analizado hasta qué punto pueden
considerarse verdaderamente una generación historiográficamente hablando. Lo indiscutible
es que comparten una serie de puntos en común:
- · Compararon entre una España real miserable y otra España oficial falsa y aparente. Su interés y preocupación por la identidad de lo español está en el origen del llamado debate sobre el Ser de España.
- · Sienten un gran interés y amor por los pueblos abandonados y polvorientos; revalorizan su paisaje y sus tradiciones, estudiando los mitos literarios españoles y el Romancero.
- · Deshacen y renuevan los moldes clásicos de los géneros literarios, creando nuevas formas en todos ellos. En la narrativa, la novela unamuniana, la novela impresionista y lírica de Azorín, que experimenta con el espacio y el tiempo y hace vivir al mismo personaje en varias épocas; la novela abierta y disgregada de Baroja, influida por el folletín, o la novela casi teatral y cinematográfica de Valle-Inclán. En el teatro, el esperpento y el expresionismo de Valle-Inclán o los dramas filosóficos de Unamuno.
- · Rechazan la estética del Realismo y su estilo de frase amplia, de elaboración retórica y detallista, prefiriendo un lenguaje más cercano a la lengua de la calle, de sintaxis más corta y carácter impresionista; recuperaron las palabras tradicionales y castizas campesinas.
- · Intentaron aclimatar en España las corrientes filosóficas del Irracionalismo europeo, en particular de Nietzsche (Azorín, Maeztu, Baroja, Unamuno), Schopenhauer (especialmente en Baroja), y Henri Bergson (Antonio Machado).
- · El pesimismo es la actitud más corriente entre ellos y la actitud crítica y descontentadiza les hace simpatizar con románticos como Mariano José de Larra, al que dedicaron un homenaje.
- · Ideológicamente comparten las tesis del Regeneracionismo, en particular de Joaquín Costa, que ilustran de forma artística y subjetiva.
- · Don Quijote y Segismundo forman el llamado símbolo de la raza.
- · Azorín y Valle-Inclán revolucionan la prosa, por caminos diferentes.
Por un lado, los intelectuales más modernos, sostenían que la generación del 98 se caracterizó por un aumento del egotismo, por un y morboso sentimiento de frustración, por la exageración neorromántica de lo individual y por su imitación servil de las modas europeas del momento.
Por otra parte, para los
escritores de la izquierda revolucionaria de los años treinta, la
interpretación negativa de la rebeldía del 98 se une a una fundamentación
ideológica: el espíritu finisecular de protesta responde al sarampión juvenil
de un sector de la pequeña burguesía intelectual, condenado a refluir en una
actitud espiritualista y equívoca, nacionalista y anti- progresiva. La crisis
política de finales del siglo XIX afectó a bastantes más escritores que los
englobados en la generación del 98.
AZORÍN
José Augusto Trinidad Martínez Ruiz, mejor conocido como ''Azorin'' |
Su nombre verdadero es José Augusto Trinidad Martínez Ruiz
pero es conocido como Azorín. Nació el 8 de junio del año 1873 en Monóvar, un
pueblecito de Alicante, en una familia perteneciente a la burguesía acomodada.
Fue hijo de un abogado del partido conservador que luego se volvió alcalde y
diputado y dueño de una hacienda muy importante. Fue un ensayista, novelista,
autor de teatro y crítico español de la Generación del 98. Participo mucho en
la política. Lucho por el renacimiento de la literatura española. El nombro al
grupo de escritores que luchan por la misma causa la Generación del 98. Sus
obras tratan de la eternidad y la continuidad. El escribió muchas obras entre
ellas “El Alma Castellana”, “Los Pueblos”, “La Voluntad” y “Las Confesiones de
un Pequeño Filósofo”. Fue el máximo representante de la Generación del 98, fue
elegido como miembro de la Real Academia y fue otorgado La Gran Cruz de la
Orden Civil de Alfonso X el Sabio. Azorín falleció el 2 de Marzo del año 1967
en Madrid.
Obra de Azorín:
"El Buen Sancho"
Los cuentos de El buen Sancho (1954), de Azorín, se refieren por un lado, al poético mundo de las recreaciones azorinianas de personajes cervantinos. Y por otro, se encontrara en ellos con unos seres apasionados por la lectura del Quijote o con intelectuales que viajan a la Mancha tras las huellas de Cervantes.
Obra de Azorín:
"El Buen Sancho"
Los cuentos de El buen Sancho (1954), de Azorín, se refieren por un lado, al poético mundo de las recreaciones azorinianas de personajes cervantinos. Y por otro, se encontrara en ellos con unos seres apasionados por la lectura del Quijote o con intelectuales que viajan a la Mancha tras las huellas de Cervantes.
JOSE ORTEGA Y GASSET
Ortega y Gasset |
Nació en Madrid el 9 de mayo de 1883 y falleció el 18
de octubre de 1955. Fue un filósofo y ensayista español, exponente
principal de la teoría del perspectivismo y de la razón
vital, raciovitalismo
e histórica, situado en el
movimiento del novecentismo. Nacido en
una familia madrileña acomodada perteneciente al círculo de la alta burguesía
de la capital, entre 1891 y 1897 estudiaría primero en el Instituto Gaona y,
más tarde, en el Colegio
San Estanislao de Kostka de
la Compañía
de Jesús, ambos en Málaga. Su abuelo materno gallego, Eduardo
Gasset y Artime, había fundado el periódico El Imparcial, que después su
padre, José
Ortega Munilla, pasaría a dirigir.
Doctor en
Filosofía de la Universidad de Madrid (1904) con su obra Los
terrores del año mil. Crítica de una leyenda. Entre 1905 y 1907 realizó
estudios en Alemania: Leipzig, Núremberg, Colonia, Berlín y, sobre
todo, Marburgo. En esta última, se vio influido por el neokantismo de Hermann Cohen y Paul Natorp, entre otros.
El pensamiento de
Ortega se suele dividir en tres etapas:
·
Etapa objetivista (1902-1914): influido por el neokantismo alemán y por la fenomenología de Husserl, llega a afirmar la primacía de las cosas (y de las ideas)
sobre las personas.
·
Etapa perspectivista (1914-1923): se inicia con Meditaciones del Quijote.
En esta época, Ortega describe la situación española en España invertebrada (1921).
·
Etapa raciovitalista (1924-1955): se considera que Ortega entra en su
etapa de madurez, con obras como El
tema de nuestro tiempo, Historia
como sistema, Ideas y
creencias o La rebelión de las masas.
La
generación del 98 se caracterizó por rebelarse contra toda esta tradición
positivista del siglo XIX que confiaba de forma absoluta en la ciencia y en la
posibilidad de explicar el mundo de un modo racional. Los jóvenes de fines del
siglo XIX, en cambio, proponían como sinónimo de moderno, no el progreso
material sino la búsqueda de libertad, la posibilidad de discutir libremente,
el respeto por el individuo y las formas igualitarias de vida. Buscaban
revalorizar todo aquello que constituye, desde su criterio personal, la esencia
de lo español. En este
sentido, más que centrarse en la esencia de lo español, se abren a lo novedoso
y extraño, aunque recuperan a los poetas españoles del Siglo de oro español.
Bibliografía
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